viernes, 31 de agosto de 2007

Me traje un sacapuntas, ¿y qué?

Antes de mi partida, decidí aceptar el consejo de más de una persona y me hice una larga lista de cosas que debía traerme. Era una lista abierta: a medida que recordaba algo que consideraba necesario, lo agregaba. En las horas previas al viaje, mi amigo Facundo tuvo acceso en exclusiva a la nómina. De pronto y con voz indignada, me dijo:

-Cristian, no podés poner sacapuntas.

¿Por qué no?, fue mi respuesta. Si llevo lápiz, debo llevar sacapuntas. ¿Y pará qué llevás lápiz?, inquirió él. Le expliqué que cuando leo y subrayo los libros, tengo que hacerlo con lápiz, no con birome. Es verdad, acá deben conseguirse sacapuntas, pero si yo tengo y casi no ocupa lugar, ¿por qué no llevármelo? Él insistió en que era inútil, que no debía traer sacapuntas y que en todo caso tampoco debía traer lápiz. Le expliqué que es mi lápiz polaco, que me regalaron en el stand de Polonia de la Feria del Libro de 2005. Pero insistió en que no debía hacerlo.

Peor fue cuando supo que yo no quería traer traje y corbata. Que cómo podía incluir sacapuntas y no traje y corbata. Debido a las presiones de él y de mi madre y de otras personas, terminé metiendo en mi sobrecargada valija el traje y una corbata, creyendo que sería del todo inútil.

Al parecer, los asistirá la razón. El lunes estoy invitado a visitar la fragata Libertad, que se encuentra actualmente en Copenhague, y tengo que ir de corbata. Me queda una opción para no tener que admitir mi derrota: usar mucho el lápiz durante el fin de semana para justificar el empleo del adminículo afilador. Por lo pronto, anoche comencé la lectura del libro que mi amigo Emiliano me regaló para el viaje: Cartas a Théo, de Vincent Van Gogh. Lo poco que leí hasta ahora estuvo muy bueno. Eso me favorece.

Primeras fotos

Hoy compré el adaptador USB y ahora puedo subir algunas de las fotos que saqué. Ya superé las 200. Acá van algunas de las ciudad...




... y acá algunas de mi departamento.



jueves, 30 de agosto de 2007

Llueve igual que en todas partes…

Dinamarca es un país, para nosotros los argentinos, exótico (del mismo modo que la Argentina es un país exótico para ellos los daneses). Hay muchas bicicletas y muchos autos muy caros. Bueno, en realidad todo es muy caro acá. Para que se den una idea: voy a un barcito que se llama “Holberg N° 19” y pido un “classic sandwich” y una cerveza. Me cuesta 84 coronas danesas, algo así como 11 euros y pico, o sea… 50 pesos argentinos. Asusta. “No cometas el error de hacer la comparación con la economía argentina”, me dijo ayer mi amigo Facundo por chat. Trato de no hacerlo, pero es complicado…

Estos días que llevo en Copenhague habrían sido absolutamente distintos si no hubiera tenido internet. La diferencia es monstruosa. Ayer y hoy no sólo chateé con mis padres, mi hermano y varios amigos, sino que además hablé y los vi a través de sus webcams (yo no tengo, al menos por ahora). Además, me meto a leer el diario argentino, y mientras escribo esto escucho la radio argentina, y además tengo todo el tiempo mi correo abierto, con mis contactos y mis archivos, y tengo la música que me grabé antes de salir… Incluso hace algunos minutos, por fin, me pude hacer mate. Así que este departamentito en Copenhague se parece mucho a un departamento en Buenos Aires o en Florencio Varela.

Dinamarca es un país exótico, decía, donde la gente no tiene mucha idea de la Argentina, no se imagina siquiera lo que es el mate y donde no hay locutorios ni cíbers, porque todo el mundo tiene celulares de última generación y laptops con wi-fi… Pero llueve igual que en todas partes. Hoy estuvo lluvioso desde temprano. En realidad, nunca se largó fuerte, sino que fue una llovizna persistente y tenaz, que mantuvo mojadas las calles y las veredas durante todo el día.

PD 1: Ya publicaré fotos. Por ahora no puedo bajarlas de la cámara a la computadora, pero en cuanto las tenga las iré subiendo acá.

PD 2: Me tengo que buscar equipo en Madrid. Yo que tenía ganas de tomarle cariño al Atlético, donde están tipos pulenta como Maxi Rodríguez y Agüero… y hoy me entero de que el dentista va a ir a parar ahí. Tendré que hacerme del Rayo Vallecano, nomás.

miércoles, 29 de agosto de 2007

En Copenhague

Ya estoy instalado en Copenhague. El viaje fue cansador, porque se hizo muy largo: salí a las 13.20 de Ezeiza (Iberia fue muy puntual) y llegamos a Barajas cuando mi reloj marcaba las 12.30, pero que en hora local equivalía a las 5.30. Lo malo de algo así es que no hay noche: las azafatas pasaron sirviendo el desayuno y dando los buenos días cuando para mí aún no había llegado la medianoche.

En Madrid no debí permanecer en zona de tránsito. Salí del aeropuerto y desayuné con Mónica en un barcito de la calle San Bernardo. Después volví a Barajas. El vuelo a Copenhague lo viví somnoliento: me caía de sueño. No había dormido y estábamos en lo que para mí eran las seis de la mañana. Al llegar, menos de tres horas después, pude ver desde el aire pero en persona la capital danesa –con el extraordinario puente Oresund– tal como la había visto en Google Earth.

Después estuve en casa de Pío Díaz y Thyra Hilden, los artistas que me invitaron. Con ellos fuimos a la Catedral de Copenhague, escenario de la instalación, donde hubo una conferencia de prensa. Más tarde cenamos en un restorán italiano y luego me vine, por primera vez, al departamento donde estaré estos días. Está en un barrio que se llama Christianhavn, que significa algo así como “ciudad de Cristian”. Parece que los daneses quisieran hacerme sentir como en casa.

viernes, 24 de agosto de 2007

Saludos laborales


En Bellagamba, ayer a la noche. Mis compañeros y compañeras de trabajo me organizaron una despedida. Nos divertimos muchísimo.

jueves, 23 de agosto de 2007

Aviones (1)

El año pasado hice mis primeros dos viajes en avión. El primero fue para ir a España. El segundo, para volver. Aquí, un videíto que tomé desde la ventanilla durante mi vuelo inaugural.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Avisar que uno se va

A uno no le gusta llamar la atención. Se pregunta: ¿cómo contar sin llamar la atención algo que en sí mismo llama la atención? Uno duda y da vueltas...

Lo conté masivamente en mi trabajo. Mis compañeros (ayer un grupo, hoy el otro) recibieron la noticia con sorpresa y alegría, me alentaron, me apoyaron, me pasaron algunos contactos y algunos hasta me dijeron que me envidian, aunque siempre con buena onda.

Me cuesta contarlo. Una querida amiga se enojó porque se lo dije recién ayer, y resulta que ya se había enterado por otro lado. Pero no lo hago de mala onda, es sólo que no me gusta ponerme a hablar de mí...

Ya sé: escribo esto en un blog en el que no hago otra cosa que hablar de mí. Pero acá es distinto. No me pregunten por qué.

domingo, 19 de agosto de 2007

Hudson

Este soy yo, ayer en el Museo y Parque Ecológico "Guillermo Enrique Hudson", ubicado en Florencio Varela.

En ese lugar está la casa donde nació y vivió los primeros años de su vida el escritor, que a sus 31 años de edad se fue a vivir a Inglaterra. Nunca volvió, pero todas sus obras -escritas en inglés- remiten al universo en el que pasó sus años de formación y juventud. Su obra más emblemática es Allá lejos y hace tiempo, que narra las memorias de sus primeros años. Ayer se cumplieron 85 años de su muerte.

Y aprovechando la nueva posibilidad que brinda Google Maps, aquí va embebida la imagen satelital del parque.


View Larger Map

jueves, 16 de agosto de 2007

Arqueo

Anoche jugué al fútbol con mis amigos del fútbol de los miércoles. Volvía a la actividad después de unas cuantas semanas, por una lesión que sufrí allí mismo, en el Club Atlético San Telmo, que está sobre la calle Bolívar, debajo de la autopista, a unos metros de la avenida San Juan. En realidad, no estaba lo suficientemente sano como para volver a jugar. Pero quería hacerlo, a manera de despedida: sabía que iba a ser mi último partido, al menos por un tiempo, en suelo argentino.

Creo que perdimos por uno o dos goles, aunque el resultado -que suele no ser tan importante en estas jornadas- esta vez lo fue aún menos. Hice un gol, a pesar del dolor en el tobillo izquierdo, que me sumió en una clara inferioridad física con respecto a los otros doce jugadores (fuimos siete contra seis).

Después fuimos, como es costumbre, a un pequeño restorán sobre la calle Brasil que se llama "La Carretería". ¿El servicio? Sucede algo raro. Por un lado, muchos se quejan, y a mí a veces me dio la impresión de que, en efecto, la atención no era la mejor. Pero, por otro lado, una de las mozas -Rocío Palazzo, cantante folclórica de ascendente carrera- nos tiene simpatía, además de ser la dueña del corazón de uno de los muchachos del grupo. Aquí la podemos ver en acción:



Las otras mozas suelen ir cambiando. Anoche, por ejemplo, había una que no conocíamos. No bien llegamos, yo subí al baño. Cuando volví a la mesa, encontré a mis amigos en medio de un diálogo.

-Es el arqueo -dijo uno.

-¡Sí! ¡Es verdad! -festejó otro. Después me explicó-: Ese arqueo, esa forma de pararse de las minas...

Enseguida descubrí de qué hablaban: de la moza "nueva", cuya figura posee un raro atractivo.

-Es el arqueo, prestá atención -me insistieron, hablándome ya no de la señorita que hablaba por teléfono celular a unos metros de nosotros, sino del género femenino en general. Yo prometí que voy a prestar atención.

miércoles, 15 de agosto de 2007

La liturgia de las despedidas

Faltan doce días, y la liturgia de las despedidas ya empieza a hacerse sentir. Amigos que me dicen o me escriben cosas, la inevitable ambigüedad de quienes se ponen contentos por mis proyectos pero tristes por mi partida… Lo normal. Lo mismo que siento yo.

Me preguntan por los preparativos y respondo que no hay muchos. Algunos trámites, algunos arreglos, tengo que comprarme algunas ropas, una valija y algunas cositas más. Se supone que tengo que hacer listas para no olvidarme de nada y para no perder nada por el camino.

Hace unos diez días, mis amigos Facundo, María José y Mauricio armaron un listado de las cosas que debíamos hacer juntos antes de que me vaya. La nómina incluía cuestiones tales como:

-Ir a comer una parrillada.
-Ir a “Hemingway”, un barcito en Varela que por algún motivo se convirtió en especial luego de que fuéramos juntos… una vez.
-Jugar al TEG.
-Visitar y sacarnos fotos en lugares turísticos de Buenos Aires, como Caminito, la Costanera, el Obelisco, el Planetario y el cementerio de la Recoleta.

El único que cumplimos hasta ahora fue el del TEG. Jugamos el sábado en mi casa y gané. Conquisté América del Sur, África y ocho países de Asia.