martes, 25 de septiembre de 2007

Reemprender la marcha

Hace 18 días que llegué a España y este es el primer post desde entonces. Los motivos de este bache fueron varios, aunque groso modo se resumen a dos: por un lado, hubo unos cuantos días que me los tomé de vacaciones, así que no hice más que descansar y andar por ahí; y por otro lado, el acceso a internet no es tan sencillo, porque dependo en gran medida de los cíbers y locutorios y con ese tiempo tan limitado se complica hacer más que leer y responder correos. En fin, ahora estoy aquí y trataré de retomar el ritmo.

¿Qué más decir de mis primeros días en este país? Estuve casi una semana en Valladolid, donde pasé unos días maravillosos, de sol, fiestas en las calles y descanso. Después vine a Madrid y, entre otras cosas, fui al concierto de Sabina y Serrat en el Palacio de los Deportes. Y la semana pasada estuve un par de días en Jaén, donde se realizó el muy interesante I Encuentro de Literatura Digital.

Podría decir mucho más, obviamente. Pero por ahora esto. Para retomar el ritmo hay que ir de a poco.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Life is very short, and there’s no time…

Me cuentan que los daneses tienen dos complejos contradictorios, o quizás un mismo complejo con dos manifestaciones contradictorias. Por un lado, se creen los mejores del mundo. Los más desarrollados, los que mejor viven, los más inteligentes, los más ordenados, los más capaces. Y por otro lado, se sienten inferiores al resto de la humanidad, con un país tan pequeño que los obliga a estar todo el tiempo abiertos al resto del mundo.

“Dinamarca es así”, me dijo más de un danés, haciendo el gesto de poner los dedos pulgar e índice lo más cerca uno de otro. Hay, en total, cinco millones de habitantes. La consciencia de eso es lo que hace que todos –TODOS– hablen inglés. La de los Beatles es la obvia segunda lengua, que todos aprenden en la escuela desde los cuatro años. Muchos hablan, además, una tercera lengua, opción en la que el español está ganando cada vez más lugar, en detrimento del alemán y el francés. Y a eso hay que sumarle que todos entienden y pueden darse a entender con los parecidos idiomas de los demás países escandinavos: Noruega, Suecia, Finlandia…

Ya que estoy con la lengua de los Beatles, como habrán notado, aprovecho un par de líneas de una canción suya para hablar del fin de mi paso por Dinamarca. Esta misma tarde, a las 16 hora local (las 11 de la Argentina) me tomaré un avión de Iberia que me depositará en Madrid. La vida es corta y no hay tiempo… Bueno, sí hay tiempo. No mucho, pero hay. La cuestión es saber aprovecharlo. En eso andamos.

Aquí, la bonita versión que Heather Nova hizo de "We Can Work It Out" para la película I am Sam.



El próximo post será desde las Españas. Hasta entonces.

jueves, 6 de septiembre de 2007

¿"Recova"? ¿Álvaro...?

1

–¿Eres argentino?

Me sacó la nacionalidad con sólo escucharme hacerle una pregunta. Le dije que sí, y me preguntó si había ido a ayudar a Eva Dam Jensen con una traducción de cuentos de Borges en la que ella está sumida desde hace tiempo y que le estaba generando algunas dudas.

Era en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Copenhague, una institución por supuesto pública que es (al igual que casi todas las instituciones de este país) una maravilla. Yo había ido a buscar a Eva, un contacto que me habían pasado cuando estaba en la Argentina, y ahora nos habíamos desencontrado. Quien me preguntaba si yo provenía de las lejanas tierras del autor de Ficciones era el profesor español Ángel Álzaga.

–No –le respondí–, pero si la puedo ayudar en algo, con gusto.

2

Al día siguiente pude encontrarme con Eva. Le comenté el episodio anterior y se rió, y luego me comentó sus dudas:

–¿Qué es “recova”?

Lo que me vino a la mente fue, desde luego, Álvaro Recoba, el futbolista uruguayo. Pero me puse a pensar y me di cuenta de que sí, lejanamente, me sonaba la existencia de la palabra “recova” (con ve corta). Y que, también lejanamente, me sonaba a una construcción, como una especie de… Di unas vueltas y me expliqué tan mal que no me entendió nada. Ella me explicó que Borges usa esa palabra en “La muerte y la brújula”, y que la definición del diccionario (“lugar público en que se venden gallinas y otras aves domésticas”) no le alcanzaba para captar el sentido de la frase.

La otra duda era si “la quinta de Triste-le-Roy”, lugar donde transcurre la escena final del cuento, se refiere a una quinta ubicada en un sitio llamado Triste-le-Roy o si la quinta es propiedad de una persona llamada Triste-le-Roy.

Después hablamos de muchas otras cosas. Antes de despedirme, le prometí que si podía aclararle algo con relación a sus dudas, le avisaría.



3

La universidad de Copenhague no sólo es totalmente gratuita, sino que además los jóvenes reciben un subsidio para estudiar. No sé la cifra, pero sí que son unas cuantas miles de coronas (unos cuantos cientos de euros, digamos). Disconformes con ello, muchos trabajan a la par de que estudian, y eso genera que las cursadas se les prolonguen un poco.



En parte gracias a esa ayuda, los jóvenes se van muy pronto de sus casas. Entre los 16 y los 18 años, abandonan a sus padres y se van a hacer su vida por ahí. Las relaciones familiares son muy frías: se visitan poco, hay que avisar previamente, las efusividades latinas quedan muy lejos. Y si alguien va a comer a lo de sus padres y no lleva nada, debe dejarles dinero, para cubrir sus gastos.

Le pregunto a Eva si el nivel académico de la universidad es bueno. Me dice que sí, aunque desde hace unos años (“este gobierno de mierda”, dice en su perfecto español con acento nórdico) se le da más importancia a la administración que a la docencia. “Un profesor como yo gana unas 350 mil coronas al año, y el decano gana un millón y medio. Eso no puede ser”, dice. Traduzco: un profesor gana 47 mil euros anuales. El decano, 200 mil.

4

Busco el cuento. Borges dice: “Ya en el estribo del cupé, el último arlequín garabateó una figura obscena y una sentencia en una de las pizarras de la recova”.

Google me ayuda con descripciones e imágenes, y le escribo a Eva un mail en el que le copio algunos links. Ella me lo agradece; seguramente la versión danesa de Google no muestra enseguida la Recova Vieja del siglo XIX de Buenos Aires.

Ese fue mi pequeño aporte a la difusión de la obra de Borges y la literatura argentina en Dinamarca.

Igual, si mañana vuelven a preguntarme por “recova”, seguro que lo primero que se me cruzará por la cabeza será: “¿Álvaro…?”

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Algunos datos sobre Dinamarca

-El sueldo promedio de un trabajador es de 30.000 coronas danesas. Es decir, unos 4.000 euros. Mucho más que el sueldo medio de los trabajadores en Europa. Sin embargo, todos aquí destacan lo mucho que se paga en impuestos: los que menos ganan, pagan un 38% de impuestos de su sueldo. De manera que de esos 4.000 euros les quedarían unos 2.500. Y después en cada producto que compran pagan un 25% de IVA. Sin embargo, nadie se queja porque todos viven muy bien.

-Prácticamente no hay cíbers ni locutorios: todos tienen sus celulares de última generación y sus computadoras portátiles. Los teléfonos públicos suelen fallar, tragan las monedas sin permitir la comunicación. Y no hay tarjetas para llamadas locales. Es decir, alguien que como yo llega de afuera sin teléfono y sólo por unos días, tiene algunas complicaciones.



-Tener hijos “es fácil”: van al colegio hasta las 13 y luego asisten a unos lugares que se llaman “casas de libertad” (bueno, se llaman así pero en danés), donde hay profesionales que los cuidan y ayudan a hacer los deberes. Eso si quieren, porque también pueden jugar a los videojuegos súper modernos que tienen allí, o bien no hacer nada. También almuerzan allí, y esperan a que sus padres los pasen a buscar, no más allá de las 4 de la tarde, porque nadie aquí trabaja hasta después de esa hora. Todo por 40 euros al mes.

-Se puede vivir sin trabajar, gracias a los subsidios por desempleo que otorga el Estado. Me cuentan que hay gente que vive, literalmente, sin trabajar. Pero en general eso no va con la idiosincrasia del danés: no se imagina viviendo así, de vago. Se aburren. Pero que el Estado ayuda, ayuda. Hasta otorga un subsidio de 30 coronas diarias (o sea, 4 euros, lo que da 90 euros mensuales, y que equivalen en pesos argentinos a casi 400, lo que gana un jubilado y más que un plan Jefas y Jefes de Hogar) para la alimentación de tu perro, si es que tenés uno. No se rían, no es joda: es la pura realidad.

-La red de subte (“metro”, tal como se llama aquí y en gran parte de las ciudades del mundo) es mínima: apenas dos líneas, que tienen nueve estaciones en común, más de la mitad de su recorrido. Después, una de ellas se extiende por dos estaciones más, y la otra por seis. “El verdadero metro es el tren”, me dijo alguien. El ferrocarril cubre muchos más sectores de la ciudad, que en realidad es muy pequeña y con lo que tiene se arregla sin problemas. Ah: para viajar no hay molinetes ni un tipo que controle el ingreso ni nada. Entrás y viajás. Obviamente, todo el mundo saca religiosamente su boleto (19 coronas, unos 2,60 euros), aunque nadie se lo pida. En todo caso, existe el riesgo de que pase el chancho, y si te agarra sin boleto tenés que pagar una multa de no sé cuántos miles de coronas. Y los daneses no son gente de arriesgar demasiado.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Resumen de noticias

Actividades varias en estos días. Resumiendo: el sábado, inauguración de la “Catedral en llamas”. Luego, fiesta de cumpleaños de un español en un lugar lleno de españoles. Domingo a la mañana, desayuno a solas con el comandante de la fragata Libertad, en la propia fragata, que por estos días está en Copenhague. Lunes a la tarde, recepción en la fragata, con la presencia del embajador argentino, la cónsul, otras figuras diplomáticas y varios personajes –no sólo argentinos– con los que me gustó hablar.

En la popa de la fragata, el domingo a la mañana.

Sigo trabajando en un artículo con el que estoy muy entusiasmado pero no puedo terminar. Espero hacerlo mañana.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Acá vivo

Aquí está la vista aérea, por medio de Google Maps, de la zona en la que estoy viviendo en estos días. El departamento queda sobre Sankt Annae Gade (exactamente, entre la "a" y la "d" de Gade).


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