martes, 18 de diciembre de 2007

Menos que cero

Ocho y media de la mañana. Desayuno en Madrid. La televisión informa que en Salamanca la temperatura durante la noche llegó a los 8 grados bajo cero. Que en otras ciudades de la región rondó los 4 ó 5 bajo cero. Que en Madrid no llegó a tanto, pero que estuvo unas décimas por debajo del cero. A las ocho y media la temperatura ha subido, pero yo tengo frío.

En eso, miro por la ventana y en el edificio de enfrente, en el cuarto piso, un hombre se asoma al balcón. Mira hacia abajo. ¿Qué hay abajo? No lo sé. Lo que a mí me tiene absorto es otra cosa: ese hombre está con el torso desnudo, y lo único que lo abriga es un toallón atado en la cintura. Ese hombre no tiene frío. Deja la ventana abierta, de modo que el frescor matinal refrigera toda la casa. Pero eso también es secundario. Lo primordial, lo que no puedo entender, es lo que veo en primer plano: ese hombre que mira hacia abajo no tiene frío.

Varios segundos después, el hombre levanta la mirada y, como si hubiera sentido encima el peso de mis ojos, me mira. Hacemos contacto visual. Me siento como en una película de Hitchcock y entonces dejo de mirar. Vuelvo a mi café con leche y al televisor, que ahora habla de Kaká y de la violencia en el fútbol chileno.

Al rato me asomo a la ventana y miro hacia abajo. Ah, parece que llovió, me sorprendo.

1 comentario:

:: Marcos A. Sittner dijo...

- 3 cosas:

1. Te gustan los hombres ahora?

2. Ese frío que describís me recuerda mucho cada vez que visito el estadio de Quilmes

3. Si el chavón estaba en cuero con ese frío es porque necesito hacer un allanamiento en ese depto